Sorprende como de la sarta de manporros, a las que parece ser adicto Risto Conrado (no confundir con Mejide http://pensandodemasiado.blogspot.com/search/label/Risto%20Mejide) , ha podido resguardar las neuronas. Complementar sinapsis intracerebrales, wisky, sexo y mandobles parece ser imposible. Pero para eso está la ficción y por eso la leemos.
No sólo de ficción vive el ser humano y la novela parece nutrirse de las vivencias reales acumuladas en dos décadas de ejercicio policial. La experiencia académica y profesional del escritor no sé si es la causa, o el efecto, de algunas de las afirmaciones vertidas a lo largo de la trepidante peripecia del ex guardia Civil: «Barcelona es una ciudad donde la violencia no respeta ni a los viejos ni a los niños, una ciudad donde la vida en su estado natural es cruel y a veces sucia, una ciudad donde reina una batalla sin cuartel de todos contra todos y donde los más fuertes y los más sinvergüenzas avasallan a los más débiles.». Sentencias como la que antecede jalonan el texto ágil y no son pocas las escenas en las que se describen violentas melées que no tienen nada de deportivo. Supongo que uno ve la vida según con lo que tercia cotidianamente, no creo que la ciudad sea tan violenta y tal vez por eso aún se disfruta leyendo novela negra. Leeremos, sin duda, las próximas entregas si tenemos ventura de que se produzcan por que nos gusta la ciudad, nos gusta la vieja escuela y los tipos que lo pueden todo.
pensando demasiado
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